Ningún robot causará daño aun ser humano o permitirá, con su inicción, que un ser humano resulte dañado.
Todo robot obedecerá las órdenes recibidas de los seres humanos, excepto cuando sean ódenes puedan entrar en contradicción con la primera ley.
Todo robot debe proteger su propia existencia, siempre y cuando esta protección no entre en contradicción con la primera o la segunda ley.